Editorial Enero/Febrero 2022

Cuando hacia fines de 2021 parecía que la pandemia comenzaba a atenuarse merced a la efectividad de la vacunación masiva, surgió imprevistamente en África una nueva variante de Covid-19 denominada Ómicron, altamente contagiosa pero de leves consecuencias para quienes estaban vacunados y no padecían otras enfermedades que afectaran su nivel de inmunidad.

Esta variante se expandió velozmente en diversos países, elevando a niveles sorprendentes la cantidad de contagios y de testeos, estos últimos para evitar una mayor propagación del virus, proponiendo el aislamiento de los infectados y volviendo a generar junto con la variante Delta problemas a nivel social, económico y político, y perturbando las expectativas de recuperación  de las economías, que venían recuperándose en buena medida durante todo el año.

Si bien el impacto de la pandemia hoy ha disminuido, aún no se puede afirmar que está superada y, consecuentemente, demora la evolución de la estructura productiva del mundo, mientras la economía global marcha en búsqueda de una normalidad que permita restablecer el pleno desarrollo, a pesar de los rebrotes que puedan aparecer, cada vez menos letales con la esperanza de la inmunidad que produce la vacunación masiva de la población. Por ello, los analistas esperan un mejoramiento de la economía mundial que no será parejo en todos los países pues habrá que considerar la solidez de la estructura económica de cada uno de ellos y los conflictos bélicos que podrían surgir.

En el caso de Argentina, si bien los principales desafíos del gobierno actual giraban alrededor de la reducción de la pobreza y la inflación galopante, se incorporaron otros desafíos a la agenda como la reprogramación de la deuda con el FMI, la recomposición salarial controlando el déficit del presupuesto, el mantenimiento de una balanza comercial positiva, la reducción de la conflictividad laboral, el desempleo y las altas tasas de interés, el mantenimiento del valor del dólar en un monto razonable que no incentive la inflación pero que tampoco se atrase demasiado y la búsqueda de la reactivación de la economía. 

A algo más de dos años de gestión y pandemia de por medio, con la excepción de la buena renegociación de la deuda externa, muchos objetivos quedaron en el camino, agravándose la situación a niveles preocupantes y existiendo una objetiva incertidumbre sobre la evolución de la economía argentina, jaqueada además por la renegociación con el FMI y la exigencia de reducir el déficit fiscal. Además de este inminente acuerdo la mayor preocupación es recuperar el crecimiento, tarea no sencilla en la coyuntura actual. El crecimiento requiere inversión y esta brilla por su ausencia, al no generar suficiente confianza para atraer inversiones. Para ello, es necesario tener un ambiente político, jurídico, económico y social lo suficientemente sólido para crecer y convertir al país en un destino de las inversiones internacionales. Como no se crece lo suficiente, no se genera empleo y resulta necesario cubrir las necesidades de la población mediante subsidios y emisión monetaria, un verdadero circulo vicioso.

A título de resumen podemos señalar que en 2021 aumentó la pobreza, con un alto nivel de inflación (+50%) a pesar de mantener varios precios congelados. Hubo buen crecimiento del PBI, recuperando gran parte de la caída del 2020 de 11%; la recomposición salarial sigue siendo una asignatura pendiente; se incrementó el déficit del presupuesto financiado con un alto nivel de emisión monetaria, la balanza comercial mantuvo un superávit aunque no suficiente para equilibrar las cuentas del Banco Central. Las exportaciones se vieron favorecidas por el viento de cola generado por los buenos precios de varios commodities cerealeros, creció la presión impositiva en momentos de recesión y cierre de empresas generando un alza del nivel de desempleo, el dólar oficial creció por debajo de la inflación, se amplió la brecha con el dólar Bolsa y el CCL, y se redujo el nivel de inversión extranjera.

Si bien la planificación de la economía para el 2022 plantea una recuperación modesta, requiere tener expectativas realistas que promuevan la inversión y generen empleo, tratando de buscar el punto óptimo que permita combinar la reducción del déficit con expansión.

La innovación tecnológica en seguros con la digitalización tuvo su importante cuota de aporte al sostenimiento de la actividad, al acelerar procesos de adecuación en la transición que ya se estaba dando en los últimos años. Seguramente esto continuará dando satisfacciones al mercado en mérito a una mayor eficiencia.

Los seguros de Responsabilidad Civil, tema central de esta edición, prometen un gran futuro para la actividad aseguradora por su diversidad y permanente innovación. Luego de los efectos adversos de la pandemia en 2020, que generó una caída en la producción ya que muchos locales cerraron sus puertas, se dejaron de realizar eventos, los cines de los shoppings estaban cerrados, etc. Hoy ya se ve una reactivación del negocio debido a las flexibilidades, y a que la demanda de seguros de RC General está en aumento.

En esta edición se trata en especial la Responsabilidad Ambiental en temas de energía y las distintas áreas de la Responsabilidad Civil. En cuanto a la RC Comprensiva, si bien en la mayoría de los casos solía contratarse dentro del Seguro Integral de Comercio/Consorcio, con el correr de los años esto fue cambiando, sobre todo en las actividades que tienen mayor exposición de personas/terceros en sus predios y locales. Este crecimiento motivó la necesidad de tener una cobertura específica y más amplia que la que podían contratar con un Seguro Integral. En estos últimos meses, en los que se fueron habilitando los eventos, creció la demanda de los seguros de Responsabilidad Civil Espectadores/Evento. El seguro de RC Construcciones, que cubre los daños que el asegurado puede causarle a un tercero como consecuencia de los trabajos de construcción y/o refacción, también ha tenido un buen crecimiento, siendo en la actualidad una de las coberturas más solicitadas del ramo, principalmente en CABA, debido a la exigencia del Gobierno de la Ciudad de contratar una póliza de RC previo al inicio de una obra.

En materia de siniestralidad, durante el período de aislamiento obligatorio hubo una disminución en la frecuencia de reclamos de terceros. Sin embargo, a medida que la actividad económica se fue normalizando, se registró un leve incremento en la siniestralidad. En cuanto a los RC Productos, E&O, existe en el mercado una demanda creciente, no solo por la exposición que tienen las empresas argentinas por sus productos exportados, sino también por la provisión de sus servicios en el exterior, donde ambos seguros son exigibles sin excepción. Las agencias de publicidad, marketing y proveedores de servicios informáticos son algunas de las actividades que demandan cada vez más coberturas de E&O. Por otro lado, y en línea con las exigencias desde el exterior, hay un marcado crecimiento de solicitudes de seguros que amparen los riesgos cibernéticos (Cyber), cobertura que tendrá un gran desarrollo en el mercado argentino en los próximos años. La demanda de RC Producto creció muchas veces por exigencias de clientes y proveedores más que por un tema de conciencia del riesgo. En D&O, hubo un endurecimiento de tasas impulsado por los reaseguradores. También, se fue achicando la capacidad local para suscribir ciertos riesgos de D&O: sin dejar de lado el contexto económico local, que dejó números en rojo en muchas sociedades y muchas otras, lamentablemente, muchas tuvieron que cerrar sus puertas. Si hablamos de E&O, debemos considerar que en este último año creció la demanda. Sobre todo, en el ámbito de las producciones audiovisuales, tales como podcasts, películas y series, ya que, en muchos casos, los seguros de E&O eran exigidos por alguna de las partes para poder comenzar la producción.

En el campo de la RC Profesional se ha notado un leve incremento de la producción y de los montos promedios de los nuevos siniestros demandados que, entre el año 2021 respecto del año 2020, podríamos estimar en casi un 80%, siendo las más afectadas las prácticas quirúrgicas, traumatología y obstetricia. En la RC Profesional No-Médica no se ha notado incremento en el número de operaciones, siendo la cobertura de praxis para los arquitectos la de mayor importancia entre las especialidades No-Médicas. El Covid como patología en sí misma, no genera una mayor exposición siniestral solo como consecuencia de la pandemia. Por otra parte, como enfermedad transmisible está excluida, y la superintendencia dicto normas en este sentido.

En cuanto a la RC Automotores, después de la última actualización, los montos de suma asegurada están por encima del promedio de los reclamos comunes de lesiones. Sin embargo, los límites empiezan a ser un conflicto ante casos de lesiones graves o muertes, en los que muchas veces también hay múltiples accidentados. Además, los tiempos de la justicia hoy reflejan que las sentencias definitivas tardan aproximadamente 6 años en dictarse y, a partir de allí, las formas de actualizar los montos también pueden poner en riesgo los límites de RC. Además, la insuficiencia de las sumas aseguradas puede traer aparejados cuestionamientos del propio asegurado tanto a la empresa como al productor asesor. Es importante destacar que el mercado hoy tiene herramientas para suplir las insuficiencias de sumas aseguradas mencionadas, en la medida que se cumplan ciertos requisitos.

Completan esta edición una amplia variedad de notas, artículos y estadísticas que permitirán evaluar la situación del mercado de seguros, además de nuestras habituales secciones de noticias nacionales, latinoamericanas e internacionales, indicadores económicos y suplemento de legislación.

Hasta la próxima edición.

Pedro Zournadjian
Director